Esta semana de mediados de agosto, entre las primeras noticias de la televisión en España, en distintos medios de prensa y digitales, ha estado la rueda de prensa que ofreció un gran jurado de Pensilvania (EE.UU.) sobre casos de pederastia en sacerdotes católicos. Con titulares de este tipo: “La Corte Suprema del estado de Pensilvania ha publicado este martes 14-8-18, un informe de un gran jurado que documenta 300 supuestos casos de "sacerdotes depredadores" sexuales en seis diócesis (Allentown, Erie, Greensburg, Harrisburg, Scranton y Pittsburgh), tras investigar denuncias de abusos de menores”.
El jurado explica en el documento, que consta de 1.356 páginas, que ha identificado a unos 1.000 menores que han sido víctimas.
Al ciudadano normal de España, la palabra “gran jurado” le suena a algo muy grande, muy importante, algo que es como lo máximo. En este caso de Pensilvania tenían que escuchar testimonios respecto a los casos de pederastia durante 70 años entre los sacerdotes -los sacerdotes únicamente de la Iglesia Católica-.
Lamentando todo caso pederastia como algo abominable, como un delito grave y compartiendo la postura del Papa Francisco cuando se refiere a la pederastia dentro de la Iglesia con gran contundencia pidiendo tolerancia cero. Y conociendo que la Iglesia católica castiga a los sacerdotes por ese problema y los obispos apartan de su función sacerdotal a los sacerdotes que cometen ese delito (abuso sexual de menores); incluso se pide acompañar en la denuncia a los padres, en los tribunales civiles. Tolerancia cero porque es un crimen, ante el cual sentimos vergüenza y dolor
Sin embargo ante la noticia que comentamos, lanzada con todo alarde extensivo en los medios, me surgen algunas preguntas. ¿Ha habido un porcentaje mayor entre los sacerdotes católicos, que en el resto de la población? ¿Ha habido un porcentaje mayor en la Iglesia católica que en otras confesiones religiosas? ¿Desde hace diez años, los obispos colaboran menos de lo que deben colaborar con la Justicia?
Los casos que se presentaron ante el gran jurado ya lo habían hecho en sus causas judiciales separadas para pedir una indemnización. ¿Qué sentido tenía, ¡otra vez más!, repetir todo a bombo y platillo?
La única razón que se podía alegar era que algunos casos habían prescrito. Pero hay que tener en cuenta que, en el estado de Pennsylvania, uno puede denunciar ante los tribunales que fue abusado de niño, hasta cumplir los 50 años. Dicho de otro modo, hoy día, este delito prácticamente no prescribe. Y, aun así, el fiscal general del Estado, Josh Shaffiro, cargo que es electivo (elecciones, imagen, votos) se ha prestado a ello. Y lo ha hecho con todo el aparato de la oficialidad. Una cosa es la condena de la pederastia y otra muy distinta es que los periódicos y las televisiones aprovechen el momento y el morbo de la noticia, considerando que es lo más importante que ha sucedido en el planeta. Las noticias contra la Iglesia, “venden” bien; se intuye un apartado nuevo, en la prensa, que se podría titular: “noticias contra la Iglesia”.
El fiscal Josh Sapphiro, ha conseguido un baño de popularidad, pero debería saber y aplicar la práctica de que las investigaciones históricas no son cometido del Departamento de Justicia. Si se juzga a alguien es para ver si es culpable o no de un delito y para aplicarle, si lo merece, la pena debida. Juzgar para elaborar informes es un modo muy peculiar de ejercitar el poder de juzgar. Informes que no conducen a nada, más que al enorme descrédito de una institución, en este caso: la Iglesia católica.
La estructura de la Iglesia es jerárquica y es universal. Es un “nosotros” que hace suyo lo que cada “yo” integrante de esa Institución lleva a cabo. Especialmente, asume la responsabilidad por lo que sus ministros ordenados han hecho. En lo bueno y en lo malo.
¿Se pide cuentas por los crímenes cometidos en nombre del comunismo? ¿Se responsabiliza a Alemania de todos los crímenes perpetrados por los nazis? ¿Italia va a indemnizar a los cristianos devorados por las fieras para entretenimiento de los ciudadanos romanos? La respuesta es no. Esto, que es de sentido común, con la Iglesia, no rige.



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