jueves, 18 de octubre de 2018

Siglo XXI: ¿Existe libertad religiosa?

Según el Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso, el número de cristianos perseguidos en el mundo se sitúa entre los 100 y los 150 millones de personas cada año. De esta forma, los cristianos se convierten en el sector de población de la Tierra más perseguido y en la religión que padece más violencia, más muertos, más desplazados.

Nuestra sociedad ha denunciado porque era de justicia los genocidios producidos en otras épocas, pero sigue ignorando el genocidio de nuestros días, el más brutal en la historia de la humanidad.


No entendemos que seamos tan sensibles a derechos de minorías irrelevantes, o que defendamos con tanto ahínco, tantos recursos económicos y tanta atención mediática la calidad de vida de, por ejemplo, algunas especies de insectos, y al mismo tiempo ignoremos que cada cinco minutos un cristiano muere asesinado por causa de su fe.


Petición a la ONU:


Excelentísimos señores:
Millones de niños y jóvenes carecen de derechos civiles y sufren violencia por causa de su religión en demasiados países.
Entre 2015 y 2017 se ha producido la mayor persecución de cristianos de toda la Historia. Y esa persecución es especialmente dolorosa y peligrosa cuando se dirige a los niños y a los más jóvenes.
Solo en 2017 más de tres mil cristianos fueron asesinados por causa de su fe, y una buena parte de ellos eran niños y jóvenes.
  • En razón de sus altos cargos, ustedes pueden animar a que Naciones Unidas disponga los mecanismos adecuados y eficaces de protección de las comunidades cristianas perseguidos en cualquier lugar del mundo.
  • Pueden ustedes liderar una iniciativa que anime a los miembros de la Asamblea General a promover la creación del “Día Universal de la Libertad Religiosa” con el fin de reconocer el derecho que tiene cualquier persona a profesar en público su fe religiosa.
  • Dentro del ámbito de sus competencias específicas, les pido que consideren tomar estas iniciativas y cuantas consideren eficaces para proteger la vida y los derechos de los niños y jóvenes cristianos perseguidos por causa de su fe.
Estoy seguro de que ustedes serán especialmente sensibles a esta petición, que es compartida por millones de ciudadanos en todo el mundo.

Muchas gracias.


lunes, 15 de octubre de 2018

¿Para qué perdonar?


Nunca se ha afirmado que miembros de la Iglesia Católica, incluídos los de la Jerarquía (obispos, cardenales), estén libres de errores. Todo lo contrario. Y se pide perdón. Todos los días se pide perdón (basta con rezar el Padrenuestro).
Pero con qué poca frecuencia se habla de una Institución que a lo largo de la historia ha proporcionado al mundo héroes, santos, gente que ha dado lo mejor de sí mismo por los demás y sin pedir nada a cambio. Han sido regímenes ateos, como el marxista o el nazi, los responsables de las peores tragedias del siglo XX y de la historia.

La religión es ante todo, compasión y consuelo. Mitiga la angustia humana ante los grandes enigmas de nuestra existencia –de dónde venimos y a dónde vamos–. El Papa ha perdido perdón una vez más por el papel de la Iglesia en los escándalos de los abusos sexuales. Y con el Papa Francisco pedimos perdón por los abusos, abusos de poder y de conciencia, abusos sexuales por parte de miembros cualificados de la Iglesia. De manera especial pedimos perdón por todos los abusos cometidos en diversos tipos de instituciones dirigidas por religiosos y religiosas y otros miembros de la Iglesia. Y pedimos perdón por los casos de explotación laboral a que fueron sometidos tantos menores. Pedimos perdón por las veces que, como Iglesia, no hemos brindado a los sobrevivientes de cualquier tipo de abuso compasión, búsqueda de justicia y verdad, con acciones concretas. Pedimos perdón. Pedimos perdón por algunos miembros de la jerarquía que no se hicieron cargo de estas situaciones dolorosas y guardaron silencio. Pedimos perdón. Que Dios mantenga y acreciente este estado de vergüenza y compulsión y nos de la fuerza para comprometernos y trabajar para que nunca más suceda y para que se haga justicia. Amén”.

Pedimos perdón e invitamos a todos a perdonar. A descubrir que la palabra, "perdón", funciona como un dardo en los oídos de cualquier persona. El mundo está lleno de personas que piden perdón por las ofensas que han cometido, y personas que perdonan esas mismas ofensas.
La palabra "perdón" es un catalizador de lo más íntimo del corazón, remueve lo más profundo. Es como un escáner del alma, que traspasa todo. Si no perdonamos, el alma está herida, triste. No hay paz, curación hasta que no se pide perdón o se perdona. El paso del tiempo no basta para perdonar, ni para ser perdonado. Primero hay que perder, hay que rendirse. Sin humillarse, nadie vence en esta guerra, pues es una lucha contra el ego, que siempre quiere salirse con la suya.
Como un beso, que no se calcula; como un abrazo, que no se mide, el perdón se concede del mismo modo: sin negociación. Se perdona porque se ama. Se pide perdón porque se ama. Cristo nos enseña a perdonar y a pedir perdón, sin metodología alguna. La vida es muy corta para odiar a alguien. Hay que perdonar.


lunes, 1 de octubre de 2018

¿Estorban los ancianos?

El 1 de octubre, día internacional de las personas mayores. Objetivo: reconocer la aportación de las personas mayoes y reinvidicar sus derechos.


Los ancianos son la memoria de los pueblos
El futuro de un pueblo se manifiesta en el cuidado de los ancianos, que son la memoria, y de los niños y jóvenes, que son los que van a llevarla adelante.

“ …Es conveniente escuchar a los jóvenes y a los ancianos. Ambos son la esperanza de los pueblos. Los ancianos aportan la memoria y la sabiduría de la experiencia, que invita a no repetir tontamente los mismos errores del pasado. Los jóvenes nos llaman a despertar y acrecentar la esperanza, porque llevan en sí las nuevas tendencias de la humanidad y nos abren al futuro, de manera que no nos quedemos anclados en la nostalgia de estructuras y costumbres que ya no son cauces de vida en el mundo actual”. (Evangelii Gaudium. E.G. n:108).

El Papa Francisco denuncia la cultura que “excluye y mata” a las personas enfermas y ancianos. Denuncia la “cultura del desecho”, que margina a los inmigrantes clandestinos, a los ancianos y a los más frágiles. La cultura del descarte, dice el Papa, lleva a rechazar a los niños con el aborto y también lleva a la eutanasia oculta de los ancianos, que son abandonados, en lugar de ser considerados como nuestra memoria. Es sabio no marginar a los ancianos en la vida social para mantener viva la memoria de un pueblo. Porque un pueblo que olvida su memoria no tiene futuro.

“Una sociedad es realmente acogedora frente a la vida cuando reconoce que ésta es valiosa, incluso en la vejez, en la discapacidad, en la enfermedad grave e incluso cuando se está apagando”.

Se descarta a los ancianos porque ya no sirven, no producen, es clase pasiva. ¿Cómo no ver en todo esto el fruto de una «cultura del descarte» que pone en peligro a la persona humana, sacrificando a hombres y mujeres a los ídolos del beneficio y del consumismo?.  “La cultura del relativismo es la misma patología que empuja a una persona a aprovecharse de otra y a tratarla como mero objeto, obligándola a trabajos forzados, o convirtiéndola en esclava a causa de una deuda. Es la misma lógica que lleva a la explotación sexual de los niños, o al abandono de los ancianos que no sirven para los propios intereses. Es también la lógica interna de quien dice: «Dejemos que las fuerzas invisibles del mercado regulen la economía, porque sus impactos sobre la sociedad y sobre la naturaleza son daños inevitables ».

Se leía (agosto 2016) que un juez belga multaba a un hogar de ancianos por negarse a dar muerte a una residente de 74 años de edad. Una inyección letal dio fin a su vida. Los hechos ocurrieron en Diest, Flandes. La anciana Mariette Buntjens estuvo de acuerdo con su médico en que debía ser “sacrificada” mediante una inyección letal, debido a que sufría un cáncer de pulmón. Sin embargo, la casa de reposo de San Agustín, donde Mariette vivía, se negó a practicarle la eutanasia. Debido a esta decisión, Buntjens fue trasladada por sus familiares a una dirección privada, donde le practicaron la eutanasia.

El diario Catholic News Herald informó posteriormente de que los familiares de la anciana demandaron a la casa de reposo San Agustín por causar un “sufrimiento mental y físico innecesario” a Mariette. Cuando lo que hicieron fue acogerse a su derecho a la objeción de conciencia. Bélgica legalizó la eutanasia en 2003.

El parlamentario británico Robert Flello advierte de que la eutanasia es una pendiente resbaladiza. Una vez que se legaliza, la relación médico-paciente se altera drásticamente, y la curación de la paciente ya no es una prioridad para los médicos.